Alex Palou

Un español en el trono de Indianapolis.

El pasado domingo Álex Palou ganaba las 500 millas de Indianapolis, lo que ya es la gran noticia del año para el deporte de motor español, al convertirse en el primero de los nuestros que consigue tal hazaña. Después de cinco participaciones en esta legendaria carrera, con un segundo puesto en 2021, a la sexta fue la vencida para Álex

Primeros compases y primeros abandonos

La carrera fue retrasada alrededor de media hora debido a la ligera lluvia que caía sobre el circuito y que impedía correr en esas condiciones ya que, recordemos, en los óvalos no se puede correr cuando la pista está mojada.

Cuando por fin llegó el aviso de Roger Penske para encender los motores, los pilotos salieron a dar unas vueltas de formación para hacerse a una pista complicada por las bajas temperaturas. Fue ahí donde tuvimos el primer abandono, y el de uno de los caballos ganadores; Scott McLaughlin trompeó mientras calentaba los neumáticos y se fue al muro, terminando con sus opciones antes de que la carrera comenzase.

Una vez lanzada la carrera tuvimos el siguiente abandono, esta vez el de todo un veterano como Marco Andretti, en su vigésimo intento en Indianapolis, que se fue al muro en la curva 1. Relanzada la carrera, el poleman, Robert Schwartzmann, perdía el liderato en favor de Pato O’Ward, quien a su vez sería adelantado dos vueltas después por el veterano bicampeón de la prueba, Takuma Sato. Unas posiciones más atrás, Palou adelantaba a su compañero Scott Dixon.

En la vuelta 20 la lluvia volvió a aparecer y provocó la salida de una bandera amarilla que muchos aprovecharon para entrar en boxes. La resalida se da en la vuelta 30 con Alexander Rossi en cabeza, seguido por Christian Rasmussen y Ed Carpenter; con todo, al pasar la primera curva, el danés ya era primero.

Las amarillas llaman a más amarillas.

Rossi y Rasmussen se fueron turnando en el liderato hasta sus respectivas paradas en boxes, cuando Sato retomó el liderato. En la vuelta 74 el motor de Rossi se rindió y dio paso a una de las imágenes de la carrera, cuando al parar en boxes el coche comenzó a arder y el fuego alcanzó la mano de uno de los mecánicos. Por fortuna todo quedó en un susto y no hubo consecuencias graves ni para el piloto ni para los miembros de boxes.

Más tarde, en la vuelta 82, tuvimos la cuarta bandera amarilla, provocada por Rinus Veekay al trompear en su entrada a los pits y acabar contra el muro interior, lo que volvió a propiciar una gran afluencia en la vía de boxes.

Durante estas paradas, Sato se pasó de frenada, por lo que tuvieron que empujarlo, perdiendo así mucho tiempo.
Además, Schwartzmann colocó mal su coche y atropelló a varios de sus mecánicos, a la vez que dañaba su coche y terminaba su carrera. En medio de todo este caos, Ryan Hunter-Reay se puso a la cabeza, seguido por Devlin DeFrancesco y Jack Harvey; sin embargo, era Palou el que se había situado como líder virtual, ya que estos todavía tenían que parar.

Después de relanzar la carrera, la bandera verde tan solo duró 2 curvas, ya que Kyle Larson trompeó llevándose por delante a Kyffin Simpson y provocó que, en un intento por evitar la colisión, Sting Ray Robb también se fuese contra el muro. Después de un protocolario chequeo médico, Larson viajaría a Charlotte para disputar la Coca-Cola 600, aunque también allí habría de abandonar. Una tercera, aunque breve, bandera amarilla seguida fue provocada por Rasmussen cuando justo antes de relanzar la carrera casi pierde el coche, aunque pudo continuar sin problemas

Palou a la caza

La bandera verde volvería a ondear en la vuelta 109 y lo haría de forma ininterrumpida hasta la última vuelta. Relanzaba la carrera DeFrancesco, ya que Hunter-Reay había parado en boxes, y más atrás, Palou, David Malukas y Conor Daly se peleaban por el liderato virtual, con adelantamiento doble incluido por parte de Daly. En la vuelta 135, Newgarden, que venía firmando una gran remontada después de salir al fondo de la parrilla, tuvo que abandonar debido a un problema con la presión del combustible.

Vueltas después, cuando los líderes pararon, Hunter-Reay volvió a la cabeza, aunque su alegría duraría poco, pues tendría un problema con el repostaje en su siguiente parada, obligándole a abandonar. A su vez, Daly vería como sus neumáticos se venían abajo mientras Palou, Malukas y otros perseguidores aprovechaban para adelantarle y colocarse en cabeza. El español hizo su última parada y Malukas hizo lo propio en la vuelta siguiente, saliendo por detrás. Cuando parecía que serían ellos los que lucharían por la victoria, un sorprendente Ericsson, que iba siguiendo otra estrategia emergió líder en la vuelta 174 después de su último paso por boxes, perseguido por Palou, Malukas y O’Ward. Justo delante de este grupo había dos pilotos, DeFrancesco y Louis Foster, que luchaban por no ser doblados, por lo que la batalla por la victoria tendría lugar en medio de su aire sucio.

Fue en la vuelta 186 cuando tuvo lugar el momento definitorio de la carrera, ya que Palou tomó la oportunidad que se le presentaba y adelantó a Ericsson por el interior de la curva 1 con un movimiento magistral. A partir de ahí se sucedieron unas vueltas de infarto en las que el español tuvo que mantener su liderazgo mientras intentaba no meterse en problemas con los doblados de delante. Finalmente, llegamos a la última vuelta con el sueco pisando los talones a Álex hasta la última curva, en la que se ondeó la bandera amarilla por el accidente de Nolan Siegel. Sin embargo, unos metros después, Álex Palou vería la bandera a cuadros más codiciada del campeonato y cruzaría el ladrillo en primera posición.

Las imágenes que se sucedieron después son ya historia del automovilismo español: Palou llorando dentro del cockpit, su padre haciendo lo propio en el muro, su mujer Esther y su hija Lucía acompañándolo en la tradicional celebración con brindis de leche o el beso familiar a la legendaria línea de ladrillos.

Y, ¿ahora qué, Álex?

Por fin has ganado y por fin España se hace con la corona del automovilismo que le faltaba, teniendo ya en su haber las victorias en el Gran Premio de Mónaco y en las 24 horas de Le Mans. Unos días antes de la carrera, Álex había dicho que si se retiraba sin haber conseguido ganar las 500 millas, sentiría que su carrera no estaría completa; ahora que ya lo ha conseguido solo queda preguntar cuál será su siguiente paso. Bien decida quedarse en la Indycar y agrandar su leyenda, o bien probar suerte en otras categorías, solo nos queda seguir apoyándole allá donde vaya y celebrar los éxitos que ya nos ha brindado.

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